Artículo escrito por Lucía Ferreiro Prado
En la entrada anterior de esta sección de “Metodologías activas”, nos servimos de la definición de Bonwell y Eison (1991) para definir las metodologías activas como aquellas “actividades instructivas que involucran a los estudiantes en hacer cosas y pensar en lo que están haciendo”. Por tanto, la metacognición aparece como un elemento constitutivo clave que distingue una actividad de aprendizaje activa de otra que no lo es.
Sin embargo, la definición de Bonwell y Eison no aclara qué métodos de instrucción son activos frente a los considerados como “enseñanza tradicional”. Y, tras una revisión de la literatura científica, desentrañar qué se clasifica de un modo u otro, es el objetivo del post de hoy.
Tabla 1: Comparación entre los métodos de instrucción en la enseñanza tradicional y en la metodologías activas
Enseñanza tradicional | Metodologías activas
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Clase magistral (Powner and Allendoerfer, 2008: 76) | Solventar problemas (Anthony: 1996) |
Preguntas basadas en lo dicho en la clase magistral (Powner and Allendoerfer, 2008: 76) | Trabajo de investigación (Anthony: 1996) |
Lecturas (Powner and Allendoerfer, 2008: 76) | Trabajo en pequeños grupos (Anthony: 1996)
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Preguntas cerradas (Anthony1996:350) | Aprendizaje colaborativo (Anthony: 1996)
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Práctica y aplicación de información ya presentada (Anthony1996:350) | Simulaciones (role-plays) |
Debates de clase |
Fuente: elaboración propia a partir de la bibliografía citada
La columna de la enseñanza tradicional muestra como en un aula caracterizada por este tipo de instrucción también existe participación del alumnado. La cuestión que marca la diferencia es cómo se suscita esa participación que viene determinada por una formulación de preguntas orientadas a recordar información ya vista o a contestar de modo cerrado. Este tipo de participación tiene un valor, pues hace que el alumno se sienta cómodo (Marks, 2015: 446). Sin embargo, también tiene un potencial limitado porque ni se suscita la reflexión del alumnado, ni se busca que el alumno relacione conceptos.
Por el contrario, en las metodologías activas, los métodos de instrucción requieren un estudiante que ofrece respuestas basadas en la investigación, en problemas que se le presentan y trabaja con otros en grupos pequeños que favorecen el aprendizaje colaborativo. El modo de plantear las preguntas al alumnado también difiere, pues se pregunta acerca de cómo y por qué acontecen fenómenos. Este tipo de preguntas implican respuestas más largas pues requieren descripciones más detalladas o la explicación de cuestiones en términos de conceptos, teorías y marcos de análisis (Marks, 2015: 446) y ello suele conllevar que sea más fácil debatir.
En definitiva, una clase exitosa en términos de aprendizaje para el alumno supone un diseño coherente por parte del profesor entre el marco teórico de aprendizaje, la metodología elegida para lograrlo y las actividades concretas para ponerlo en práctica.
Bibliografía
Anthony, G. (1996): Active Learning in a constructivist framework, Educational Studies in Mathematics 31 (4) 349-369.
Bonwell, C.& Eison, J. (1991): “Active Learning: creating excitement in the classroom,” ASHE-ERIC Reports, 3-20.
Marks, Michael P. (2015): “Getting students to talk: best practices in promoting student discussion”, in Ishiyama, J. Miller WJ. and Simon, Eszter (eds): Handbook on Teaching and Learning in Political Science and International Relations, Edward Elgar Publishing, Cheltenham UK-Northampton, pp. 444-453.
Powner, L.C & Allendoerfer (2008): “Evaluating hypothesis about active learning”, International Studies Perspectives 9, pp. 75-89.